El perdón, uno de los melones que más se abre en la consulta de un psicólogo. El perdón tiene que salir de uno mismo, no debe ser impuesto y naturalmente, si perdonamos tendremos que saber que ese tema ya está zanjado y que no podemos usarlo de arma arrojadiza siempre que nos interese o nos veamos acorralados. El desafío de perdonar no es algo fácil en ciertas situaciones, pero podemos aprender a entenderlo mejor. Vamos a ello.
El dolor y la herida emocional
El perdón va de la mano de un dolor previo, un daño emocional, una herida que se ha producido por alguna razón en concreto. Por eso, es normal que hayan situaciones que nos hagan pensar, que nos afecten emocionalmente, ya que ese dolor emocional es una nueva situación que tenemos que aprender a gestionar, aunque cueste, ya que en muchas ocasiones son situaciones que no podemos prever pero que la vida nos pone en nuestro camino, nos guste o no.
Esta herida emocional puede estar con nosotros todo el tiempo que sea, ya que, si estos asuntos no se abordan, seguirán preocupándonos, de ahí la importancia de expresar lo que sentimos con un profesional como puede ser psicólogo, para que él nos guíe.
El miedo a ser vulnerables
Mientras estés vivo seguirán exponiéndote al dolor, esto es así y lo sabes. ¿Cuántas veces te han roto el corazón? ¿Cuántas veces te has llevado decepciones con gente en la que confiabas? Y aquí estás, leyendo esta entrada de mi Blog. Es decir, con esto te quiero decir que la vida sigue, quieras o no, por eso debemos quitarnos el miedo a ser vulnerables. Es decir, que no te encierres con tal de que no te hagan daño otra vez, ya que no sabes lo que va a pasar. Por una mala experiencia, no debemos hacer que los demás que están por venir paguen los platos que otros rompieron.
La necesidad de justicia
Esta necesidad de justicia es bastante delicada de abordar, voy a explicarme: Tú tienes tu versión y la otra persona tiene la suya, por eso hay veces que nos encontramos dos posiciones muy asentadas y polarizadas, ya que nosotros pensamos que tenemos razón y el otro no.
Por eso, cuando vemos que no se ha hecho justicia esto puede obstaculizar el proceso de perdón, ya que notamos que el daño que se nos ha hecho no se nos ha reparado y que además perdonar esto es dejar impune una acción que aún nos molesta. De ahí que haya dicho que esta necesidad de justicia es algo tan delicado.
El orgullo y la autoafirmación
Cada persona es libre de tomar sus decisiones. Yo no soy nadie para decirte lo que tienes que hacer, al fin y al cabo, es tu manera de abordar el perdón y tú decides. Por eso, en cuanto al orgullo, hay personas que se lo tragan para pedir perdón o para volver a retomar contacto con esa persona. También hay personas que por su orgullo y autoafirmación se mantienen y no ceden. No hay respuesta correcta, ni debemos forzar a nadie a tomar una u otra decisión. Somos personas adultas y como personas libres somos responsables de nuestros actos. A partir de ahí, que cada uno elija cómo actuar.
Las creencias y valores culturales
Nuestras creencias y valores culturales pueden influir en gran medida en nuestra disposición para perdonar. En algunas culturas el perdón puede verse como un acto de generosidad, pero en otras se puede interpretar como un signo de debilidad. Esto, si hablamos en modo ‘’sociológico’’, pero mi perspectiva como psicólogo es que, entiendo que te pueda influir en mayor o menor medida el ámbito cultural o de tus creencias, pero en el tema del perdón, siempre recomendaré que hagáis aquello con lo que vosotros estéis cómodos. Si quieres perdonar, adelante, pero si no lo quieres hacer, también estás en tu derecho. No debemos imponer a los demás que tienen que hacer, ya que esto puede generar rechazo de esa persona hacia nosotros, ya que estamos metiéndonos en su vida.
Buscar apoyo y orientación
No os imagináis la de veces que ha habido personas que me han pedido cita por el tema del perdón. ¿Tengo que perdonar la infidelidad de mi pareja? ¿Tengo que perdonar esta mentira de este familiar? ¿Debo perdonar a mi amigo por esta traición? Y un largó etcétera que escucho día sí y día también.
En este sentido, yo no os digo que hacer, no os impongo que debéis elegir. Yo os muestro unas cartas de posibilidades y vosotros decidís. Por eso, desde mi experiencia abordando estos temas sé que es muy difícil calmar la mente cuando tenemos estos dilemas y preguntas complicadas. Por eso, mi consejo siempre será que cuando estas incógnitas nos estén afectando y veamos que no avancemos, que pidamos cita a un psicólogo, para desahogarnos y sobre todo, escuchar la voz de una persona experta en temas emocionales y que sabrá orientarnos en estas situaciones que pueden llegar a ser muy complicadas