No me cansaré de repetir que todo lo que vale la pena en la vida cuesta tiempo y esfuerzo, una dedicación y un compromiso. Esto que quede claro, por que quien quiera luchar por un buen objetivo ha de saber que va a tener que arremangarse la camisa y esforzarse a fondo perdido, ya que la vida no regala nada ni te garantiza resultados.
Eso sí, una vez aclarado esto, la exigencia o la autoexigencia está bien, es bueno ser exigente con uno mismo si queremos lograr algo que anhelamos. Pero el problema viene cuando nos pedimos más de la cuenta o no valoramos y es ahí donde explotamos y todo se desmorona.
La exigencia en exceso no es buena
Naturalmente que nada en exceso es bueno, aunque haya una buena intención detrás como puede ser el pedirse niveles exigentes para que salgan resultados. Por eso, aquí en consulta os enseñaremos a que luchéis por objetivos, pero sin desgastaros emocionalmente, es decir, sin que os cueste la salud.
Como bien leerás varias veces en esta entrada a mi Blog, es bueno exigirse porque cuando nos exigimos estamos focalizándonos en la meta. El problema es el exceso, el no saber desconectar, en otras palabras, la autoexigencia excesiva. Y una cosa que veo mucho en consulta, priorizar aspectos del trabajo o entornos académicos sobre las relaciones personales. Hay personas incluso que descuidan su rol de padre, amigo o pareja por autoimponerse una exigencia desmesurada en otros aspectos de su vida. Por esto, es importante lograr ese nivel de conocimiento y saber parar a tiempo. Y sino sabes, que sepas que para eso estamos los psicólogos para orientarte a encontrar ese balance que puede que aún no tengas.
Problemas psicológicos asociados a la autoexigencia excesiva
La culpabilidad aflora cuando nos exigimos más de la cuenta, cuando pensamos que no somos suficiente o que podemos hacer mejor las cosas. La culpabilidad no tiene fin, es una rueda de molino que constantemente está moviendo agua, agua que poco o nada ayuda en situaciones reales. La culpabilidad es un virus invisible que nos puede comer en silencio y no darnos cuenta de lo dañino que es. Veo en terapia a muchas personas que se han auto aplicado culpabilidades excesivas es decir, autoexigencia excesiva y que han hecho de la culpabilidad su bandera habitual en cualquier situación adversa. Incluso en situaciones donde su culpabilidad, de manera racional, no se sostiene cuando empezamos a indagar en ciertas evidencias.
Y aunque parezca que esta culpabilidad aparece solo en el ámbito de exigirse, ya sea laboral o académicamente, lo cierto es que la culpabilidad impregna toda esfera de nuestra vida, ya que todo parece que no lo hagamos bien del todo, en el ámbito emocional, social con los demás e incluso en el ámbito físico.
Por eso, es tan importante, que en consulta encontremos esos detonantes y mantenedores de la culpabilidad que nos atormentan, ya que si no esto nos puede acompañar por mucho tiempo.
¿De dónde viene o surge la autoexigencia excesiva?
Esta autoexigencia excesiva es aprendida. Nadie nace siendo exigente. La exigencia es un aprendizaje, ya sea por que lo hemos visto en casa, porque en la escuela se nos ha inculcado, por que nosotros con nuestro circulo social hayamos interiorizado que es buena o simplemente, por que nos hemos habituado a ser así, ya que creemos que esa excesiva exigencia en buena para nosotros.
Aquí la parte buena es que, al ser aprendida, también puede ser desaprendida. Eso sí, costará bastante, siendo sinceros, ya que la exigencia desmesurada, como habrás podido comprobar se mete en todas las esferas de tu vida y acaba siendo una manera de ser. Llega a ser un rasgo más de nosotros, que un simple estado pasajero temporal de nuestra vida.
Por eso, desde la psicología podemos enseñarte a que esa autoexigencia excesiva no te explote, física y emocionalmente, te podemos enseñar a que seas tú el que ponga el límite y sobre todo, que escuches a tu cuerpo y a tu cabecita cuando te diga que no pueden más. No me cansaré de repetiros que en la vida que tenemos que ser exigentes para conseguir resultados, pero el fin no justifica los medios, ni tenemos que reventarnos con tal de buscar crecer personalmente.